Miles de presuntos opositores al gobierno y sus familiares fueron detenidos y decenas de miles que habían sido arrestados en años anteriores continuaban encarcelados. Entre ellos había presos de conciencia. La tortura siguió siendo una práctica generalizada y la legislación introdujo nuevos castigos que comportan la mutilación de delincuentes comunes. No se conocía la suerte que habían corrido muchas personas detenidas durante el año y siguieron sin resolverse los casos de miles de detenidos «desaparecidos» en años anteriores. El ámbito de aplicación de la pena de muerte se amplió notablemente y se llevó a cabo un número desconocido de ejecuciones judiciales y extrajudiciales. Se cometieron numerosos abusos contra los derechos humanos en la zona del Kurdistán iraní bajo control kurdo, entre ellos detenciones arbitrarias, torturas y homicidios deliberados y arbitrarios.